El miedo que nos es inculcado desde el momento en el que nos convertimos en unos reciénparidos es uno de los motivos por el cuál se buscan desenfrenadamente los materiales ideales para la confección de una máscara, una máscara que nos proteja de toda adversidad.
Hay varios tipos de máscaras, las tenemos dichosas, cómicas, solemnes o tal vez misteriosas; algunas son indescifrables y al mismo tiempo las más abominables de todas.
Hoy, la máscara que más desprecio, es la máscara de la perfección. No se puede coexistir a gusto con esos individuos, si así se les puede denominar a estos seres.
El antifaz de la perfección sólo es una medida para llegar a ser queridos o aplicado en este contexto: aceptados por la sociedad. Siempre se busca la aprobación del compañero de a lado y con esto, por supuesto la valoración.
Esto sólo crea más humo del que necesitamos para ser quienes en realidad somos, alimentando el ciclo del miedo y por lo tanto el ciclo del antifaz.
Hay varios tipos de máscaras, las tenemos dichosas, cómicas, solemnes o tal vez misteriosas; algunas son indescifrables y al mismo tiempo las más abominables de todas.
Hoy, la máscara que más desprecio, es la máscara de la perfección. No se puede coexistir a gusto con esos individuos, si así se les puede denominar a estos seres.
El antifaz de la perfección sólo es una medida para llegar a ser queridos o aplicado en este contexto: aceptados por la sociedad. Siempre se busca la aprobación del compañero de a lado y con esto, por supuesto la valoración.
Perfección=Felicidad
Falso supuesto
Esto sólo crea más humo del que necesitamos para ser quienes en realidad somos, alimentando el ciclo del miedo y por lo tanto el ciclo del antifaz.